Ban Ki-moon, Secretario General de Naciones Unidas, 2012
Todos los días y en todo el mundo, las
niñas son víctimas de la discriminación, la violencia y los abusos. Esta
alarmante realidad sustenta el Día Internacional de la Niña , una nueva conmemoración
mundial que tiene como fin poner de relieve la importancia de empoderar a las
niñas y garantizar sus derechos humanos.
La inversión en las niñas es un imperativo
moral: es una cuestión de justicia e igualdad elementales. Constituye una
obligación en virtud de la
Convención sobre los Derechos del Niño y la Convención sobre la
eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer. Es también
fundamental para el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y el
fomento del crecimiento económico, y para crear sociedades pacíficas y
cohesionadas.
En esta primera celebración de este día,
las Naciones Unidas se han centrado en la cuestión del matrimonio en la niñez.
A nivel mundial, aproximadamente una de cada tres mujeres entre los 20 y 24
años, unas 70 millones de jóvenes, se han casado antes de cumplir los 18 años.
Si bien se ha reducido el porcentaje total de niñas casadas, en los últimos 30
años el problema persiste, en particular en las zonas rurales y entre los más
pobres. De continuar la tendencia actual, el número de niñas que contraerá
matrimonio antes de cumplir los 18 años se aproximará a los 150 millones en el
próximo decenio.
El matrimonio prematuro priva a las niñas
de oportunidades. Pone en peligro su salud, aumenta su exposición a la
violencia y los abusos y tiene como resultado embarazos precoces y no deseados,
que a menudo ponen en peligro sus vidas. Si la madre es menor de 18 años, el
riesgo de que el hijo muera durante el primer año de vida es 60 veces mayor que
el riesgo de un niño cuya madre tiene más de 19 años.
La educación de las niñas es una de las
mejores estrategias para protegerlas contra el matrimonio en la niñez. Cuando
se les permite seguir en la escuela y no casarse prematuramente, las niñas
pueden sentar las bases de una vida mejor para sí mismas y sus familias. Y si
ya se han casado jóvenes, el acceso a la educación, las oportunidades
económicas y los servicios de salud, incluidos los de prevención del VIH y de
salud sexual y reproductiva, contribuirá a enriquecer sus vidas y mejorar su
futuro.
Insto a los Gobiernos, los dirigentes
comunitarios y religiosos, la sociedad civil, el sector privado, y las
familias, especialmente los hombres y los niños, a que promuevan los derechos
de las niñas, entre otras cosas mediante las Convenciones pertinentes, la Declaración y
Plataforma de Acción de Beijing y el Programa de Acción de la Conferencia Internacional
sobre la Población
y el Desarrollo. Guiémonos por el lema del día que celebramos hoy, “mi vida, mi
derecho, no al matrimonio en la niñez”, y hagamos lo que nos corresponde para
permitir que las niñas sean niñas, no esposas.
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